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Antonio Maestre y "Los rotos", las fracturas de la clase obrera.

Actualizado: 24 oct 2022

¿Es la cultura de la meritocracia una falacia del capitalismo? Antonio Maestre da respuesta a esta cuestión en su nuevo libro

Antonio Maestre es un periodista y escritor, subdirector de La Marea, que creció en Fuenlabrada en una familia de clase obrera. Es importante recalcarlo ya que sobre esto trata su última obra: "Los rotos: las costuras abiertas de la clase obrera". Una autobiografía social en la que habla de diferentes aspectos como la educación, la sanidad o el trabajo, desmitificando la meritocracia y la cultura del esfuerzo.


Uno de los temas centrales a exponer cuando hablamos de la lucha de clases es que en nuestra mente como individuos de clase obrera hemos desarrollado la idea de que, a través de la cultura del esfuerzo, se puede salir de la pobreza.


Sin embargo, son salidas individuales, no colectivas. Esto hace que no busquemos unión entre los de nuestra misma clase social para poder prosperar y por ello si no tienes “éxito”, es decir, consigues una gran capacidad económica, “patologizas” tu situación y te culpas por no haberte esforzado lo suficiente. No obstante, existen una serie de trabas sociales y económicas que te impiden ascender.


La educación es un ejemplo de salida individual. Aun así, en ella influye el capital cultural del que dispone una persona. En el caso de los adultos de clase obrera, su tiempo de ocio y de descanso no suele estar ocupado por la cultura, por la literatura, por el arte, o por el teatro. Un obrero que llega a su casa tras una jornada de 10 horas de trabajo, no abre un libro. Por ello, no aumentará el capital cultural de sus hijos, que crecerán acostumbrados a esa situación y la normalizarán hasta el punto de no aspirar a nada más. Un niño que crece en un entorno que no favorece y estimula la adquisición de conocimiento, tiene mucho más difícil tener éxito académico que un niño que sí.


Si a esto le sumamos que para continuar con sus estudios requiere de becas que dependen de sus calificaciones, nunca conseguirá ese triunfo escolar. Un ejemplo cercano a esta situación es la de la UC3M. Esta universidad madrileña que se encuentra en Getafe, contradiciendo al que iba a ser su objetivo inicial, obliga a todos los habitantes de este distrito a convivir con universitarios y, en ocasiones, a depender de su economía. Sin embargo, estos jóvenes getafenses nunca podrán alcanzar el nivel económico y sociocultural suficiente como para optar a matricularse en ella.


Con la creación de nuevas carreras y universidades, se trató de democratizar la educación, privatizada de nuevo mediante los másteres y certificados de idiomas. Lo resumiría en: Nos dejamos la piel para estudiar algo que nos abre un abanico de posibilidades en las que entran trabajos precarios, dejando fuera de nuestras oportunidades los altos cargos, reservados para los hijos de quienes ya los tuvieron.


Paralelamente, el periodista también trata el tema de la salud del trabajador. Actualmente, quizás más que nunca, está muy ligada la pobreza con los problemas de salud mental. Los jóvenes tratan de encontrar trabajos lo más afines a sus aspiraciones posibles. Sin experiencia laboral, cuando lo consiguen, deben recorrer largas distancias para llegar a ellos y/o aceptar salarios por debajo de la media, la mínima para vivir dignamente. Antonio explica en uno de sus capítulos su experiencia con este tema.


La depresión y la ansiedad te abordan cuando pretendes trabajar una jornada laboral normal de 8 horas y vivir en un piso que mida más de 40 metros cuadrados donde no tengas que pasar por al menos, tres medios de transporte público para llegar a él. Parece una locura, pero en ciudades como Madrid, esto es incompatible.


Como privilegiados con cierta estabilidad económica y conciencia de clase debemos ayudar a aquellos que no la tienen. No es algo de nacimiento, debemos hacernos con ella, entonces, podremos ser conscientes de nuestra situación y nuestras dificultades. Si triunfamos, no nos avergonzaremos de dónde venimos y si no lo hacemos, trataremos de no ponerles más trabas (de las que ya tienen) a los que tienen la capacidad y el talento para hacerlo. Así, estaremos orgullosos de que nuestro compañero con el que salíamos entre clase y clase a tomar un café, llegue a lo más alto posible, o que el código postal de un currículum no nos determine a la hora de escoger a nuestro futuro becario.


Con esto incito a la juventud a adquirir conciencia crítica, cultural, social y política y, sobre todo, de clase, y no martirizarse por no haberse esforzado lo suficiente, si lo que te lo ha impedido, es de dónde vienes. Termino citando una frase que Antonio Maestre también acuña al final de su libro y que resume todo esto. De David Graeber, sobre la clase trabajadora: “éramos de esa clase de personas que cuidan las unas de las otras”.


Portada del libro. Fuente: La marea




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