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¿Deja SHEIN lugar para la ética en la industria textil?

Shein, una marca de moda "low cost", opaca y sospechosa, dicta actualmente las pautas de la moda rápida, ¿a qué precio?

En primer lugar, esta firma plantea no precisamente pocas incógnitas sobre sus componentes más básicos. En cuanto a su propietario, surgen muchas dificultades para obtener respuestas concretas: unos nombran a Chris Xu y otros a Yang Jianxin, algunos hablan de la compañía Nanjing Lingtian Information Technology Co. y otros de Zoetop Business Co. Además, la firma tampoco ofrece cifras sobre su facturación, aunque se estima que en el año 2021 ingresó unos 16.000 millones de euros.


Actualmente, tiene presencia en más de 220 países (pero solo tiene almacenes en unos pocos), pero no cuenta con tiendas físicas (a excepción de sus recientes pop-up stores, tiendas temporales o efímeras habilitadas para generar un poderoso impacto en los consumidores). Todos sus productos son exportados desde China, donde los materiales y la mano de obra son mucho más baratos que en otras zonas.


La primera "pop-up store" de Shein en Madrid. Fuente: ELLE.

A pesar de que la empresa opera también en España, lo hace a través de una sociedad con sede en Dublín, que a su vez depende de otra domiciliada en Singapur. Esta enrevesada cadena hace que finalmente consiga reducir significativamente la tributación en nuestro mercado nacional.


Shein encarna la versión más depredadora del capitalismo llevado al extremo: ofrece prendas de ropa, accesorios y muchos otros productos a precios por debajo incluso de los cinco euros. ¿Cómo se explica esto, sabiendo que hoy, hasta en las empresas españolas más ricas y productivas, es prácticamente imposible encontrar una camiseta por tres euros?


Lo primero, pese a que resulta lógico (y cierto, en gran medida) es argumentar que muchas marcas españolas inflan los precios de forma exagerada para maximizar sus beneficios. Hay que tener en cuenta que el número escrito en las etiquetas engloba todo los gastos derivados de la producción: las materias primas; los salarios del maquilador, el distribuidor, el detallista y el personal de ventas; el alquiler del local; el dinero dirigido a la publicidad de la marca… y un infinito de costes más.


¿Cómo hace Shein para no incurrir en estos gastos? Algunas de las estrategias empleadas por el gigante chino pueden parecer más o menos legítimas (por ejemplo, no cuenta con tiendas físicas y es el cliente el que paga el envío, por lo que logra reducir considerablemente sus costes); pero en otros casos, sobrepasa las líneas rojas de la competencia desleal (llamada también “no fair play”).


El material y la mano de obra baratos empleados para la producción en sus fábricas presentan varios problemas por sí mismos, tanto medioambientales como éticos.


Es de saber general que la moda, en cualquiera de sus formas, es altamente contaminante. Sin embargo, una gran mayoría de los productos de Shein se realizan con materiales derivados del petróleo (como el poliéster). Extraer un barril de petróleo supone emisiones de unos 63 kg de dióxido de carbono, y en su refinería se consumen grandes cantidades de agua. Por otra parte, la calidad de los productos es altamente cuestionable: multitud de reseñas de la página web dicen que las prendas sirven incluso para un único uso (con los desperdicios que esto conlleva). Asimismo, hace unos años, una investigación de CBC Marketplace encontró niveles elevados de plomo en algunos productos de la marca.


Otra de las polémicas que rodean a esta marca son las denuncias por plagiar diseños, tanto a talleres de alta costura como a pequeños negocios artesanales. La empresa Shein ha sido demandada por infinidad de marcas (como Nike o Levi Strauss), pero también por celebridades en razón del uso de sus imágenes sin el consentimiento debido.


Pero las condiciones laborales de sus trabajadores constituyen el factor más controversial de todos. Las dudas que surgen sobre el respeto de los derechos humanos y laborales por parte de Shein, además de ser las más mediáticas y comentadas, son realmente alarmantes. En el documental Untold: inside the Shein machine (emitido en el canal británico Channel 4) se investigaron dos fábricas chinas de la multinacional, y allí se comprobó que había empleados con jornadas de 18 horas diarias, un solo día de descanso al mes y salarios definidos en función de las piezas elaboradas.


Trabajadores de Xiaoyi, una empresa que suministra ropa a Shein. Fuente: El País.

Ante la presión mediática, este documental y otras acusaciones sobre la falta de transparencia, Shein declaró haber adoptado “auditorías internas periódicas” y un estricto código de conducta. No obstante, las comparaciones con los estándares del “primer mundo” en términos de salarios de los trabajadores muestran las míseras cantidades que suponen. Algunos dirán que si en estos países no existieran este tipo de trabajos, los habitantes no contarían con ningún ingreso y se morirían de hambre.


En realidad, este argumento no es más que una débil y ridícula excusa para tratar de justificar la explotación llevada a cabo por las industrias téxtiles. El desarrollo económico y social de estos países no vendrá dado por una esclavitud encubierta, sino por la concesión de las ayudas necesarias y la formación de gobiernos eficientes que colaboren para generar situaciones más favorables.


Actualmente, Shein se mantiene como uno de los grandes líderes de un género de empresas muy específico, como Fashion Nova y Boohoo, acusadas de contribuir al consumo excesivo y a la generación de desperdicios. Frente a estas marcas, existen pequeños (y no tan pequeños) comercios locales que pueden resultar una alternativa más sostenible en todos los aspectos. Los bajos precios que ofrecen las grandes marcas son inalcanzables para estas tiendas, que no deslocalizan su producción. En la medida de lo posible, realizar un esfuerzo para evitar comprar asiduamente en empresas como Shein y optar por frecuentar más las tiendas de segunda mano y los comercios minoristas puede finalmente resultar por ser más barato en términos de costes sociales y medioambientales.

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