El arte y la guerra, espejismos de una cruel realidad
- Pablo Antón Granado
- 19 oct 2022
- 3 Min. de lectura
En un mundo de bombardeos informativos sobre la barbarie que implican las guerras, el arte parece ser la única forma de capturar nuestra atención y arraigar el cambio necesario
Decía Picasso que el arte no es realidad, sino una mentira que nos hace darnos cuenta de la realidad. Verdad o embuste, miles de poesías oscuras, de extraviadas pinturas y un gran repertorio de fotografías muestran hoy día la cruda realidad que se vive en medio de una guerra. El lugar donde, aunque muchos lo duden, el arte es el arma más poderosa.
Desde el pasado febrero, todo el mundo ha experimentado un constante atosigo compuesto por noticias catastróficas, muertes constantes y los demás dolores que conlleva una guerra como la vivida en Ucrania. A pesar de necesario, este extraordinario esfuerzo informativo ha producido en la población un fenómeno conocido como “efecto avestruz”. Demasiadas noticias negativas que nuestro subconsciente acaba por soterrar en lo más profundo de la psique humana. Lo mismo ocurre en otros ámbitos como la ya conocida emergencia climática, y es que, en ocasiones, parece que levantemos la vista del problema (o la hundamos) buscando un halo de positivismo inexistente.
Es en este punto donde el arte juega un papel fundamental, devolviéndonos nuestra capacidad crítica y racional, mostrando que la realidad, aun dolorosa, no deja de estar ahí. Sin embargo, durante esta crisis humanitaria, pocos han puesto la atención en aquello que Picasso tanto remarcaba: la necesidad de retratar lo que vive el humano mediante el arte.
“El arte nos inspira a situarnos en contra de la violencia y tiene un importante papel que jugar en la resolución de conflictos, reforzando las protestas y los movimientos contra la guerra” – señala Uta Kaxniashivili, artista georgiano que vive bajo el constante acecho de Rusia desde hace años.

Es impactante ver a esa mujer recogiendo los desechos de la contienda, a ese niño caminar sin rumbo, bajo el efecto de las bombas que dominan hoy en día un cielo más gris, más triste. Un niño que no tiene nombre ni apellidos porque representa la figura de cientos de iguales, tantas vidas en un mismo punto sin retorno. Y es que, estas obras impregnan nuestras miradas del horror que cada día sufren millones de personas, allí donde gobierna la incertidumbre, donde el mañana tan solo es una ilusión en la lejanía. Son pedazos de lo que queremos olvidar, no solo del desastre en Ucrania, sino de la barbarie en Afganistán, la opresión en Irán, la crueldad en Palestina...
Ulyana Podkorytova, pintora rusa de nacimiento y residente actual en Moscú, también vio la necesidad de utilizar más pinceles y menos artillería. Su caso es un claro ejemplo de que allí donde el mal hoy reina, hay almas que abogan por la paz. Cuando contactamos con ella para preguntarla sobre su trabajo artístico, su primer instinto es el de comprobar la fiabilidad de nuestro medio. El terror también está presente en Rusia, nadie puede arriesgar su vida por unas declaraciones.
“Intento crear arte que ayude a las personas a no decaer, ya que muchas han entrado en profunda depresión al darse cuenta de que parar la guerra no está en sus manos” – declara Ulyliana, consternada por la situación que vive su país vecino.
Además, durante la entrevista, hace hincapié en otro de los efectos directos de la guerra en la industria del arte, uno que principalmente sufren los artistas de su país.
“Tengo compañeros de profesión en Ucrania, Polonia y Bulgaria, pero ahora mismo solo nos apoyamos moralmente, no estamos trabajando en ningún proyecto común en lo que al arte se refiere”- asegura también Ulyana haciendo ver la deriva que impone esta guerra a muchos artistas rusos con respecto a occidente.

"Cuando el mundo ve este arte trágico de lo ocurrido en Ucrania, empatizan con nosotros. [...] Este medio sostiene un gran poder para transmitir emociones y tocar los corazones ajenos" – comenta Mariia Loniuk (@art.malon), artista ucraniana que retrató a esa mujer desgarrada entre los cadáveres, portada de este artículo.
A pesar de sus diferencias todos parecen coincidir en un hecho: el arte nos regala una nueva perspectiva, la oportunidad necesaria para comprender que la guerra, nunca y en ningún lugar es una opción viable. El artista abre esa ventana por la que ahora podemos ver a aquel niño solitario, ya dándonos la espalda, tratando de escapar del infierno. La guerra es eso, tan solo un tormento para las mismas personas. Tú, yo, quienes buscamos la paz.
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