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El legado colonial y la desigualdad global

Un vistazo a cómo la historia sigue influyendo en las disparidades económicas actuales, resultando en una mayor desigualdad en aquellos países con pasado colonial.

Imagen de Cristóbal Colón llegando a las Américas. Fuente: National Geographic
Imagen de Cristóbal Colón llegando a las Américas. Fuente: National Geographic

Thomas Piketty sostiene que el establecimiento de sistemas económicos que concentraron la riqueza en pequeñas élites, tanto en las naciones colonizadoras como en las regiones colonizadas, se explica en gran medida por el papel crucial del colonialismo. La explotación de los recursos locales por parte de los sistemas extractivos coloniales enriqueció a las potencias europeas, al mismo tiempo que fomentó desigualdades profundamente arraigadas que, hoy en día, persisten y se reflejan en indicadores como el Índice de Gini.

De manera similar, Acemoglu (ganador del último premio Nobel de Economía) y Robinson desarrollaron los conceptos de instituciones extractivas e inclusivas. Su argumento principal es que, mientras las instituciones inclusivas promovían una participación amplia, incentivando la igualdad y el desarrollo, las instituciones extractivas concentraban el poder y la riqueza en manos de unos pocos, logrando el efecto contrario. Por lo tanto, sostienen que, dado que las instituciones establecidas durante el dominio colonial de los Estados europeos eran extractivas, el pasado y el presente de los países colonizados están inevitablemente correlacionados con la desigualdad.

Adicionalmente, Bourguignon (2015) introduce el concepto de orden global en la discusión, destacando el dominio de las potencias coloniales del Norte Global (países mayormente de Occidente), las cuales, al imponer un orden jerárquico mundial, han generado disparidades con el Sur Global (países menos desarrollados). Finalmente, la teoría de la dependencia, sostiene que los países colonizados en distintas regiones quedaron atrapados en ciclos de subdesarrollo, reforzando aún más el papel del legado colonial en la configuración de las desigualdades globales.

Análisis de datos y discusión

Esta sección tiene como objetivo proporcionar evidencia empírica sobre los argumentos presentados en los párrafos anteriores. La metodología consiste en comparar la distribución de los puntajes del Índice de Gini entre los países que han tenido un pasado colonial y los que no. Cabe aclarar que el Índice de Gini mide la desigualdad de ingresos en un país: 0 significa igualdad total (todos ganan lo mismo) y 1 indica desigualdad extrema (una persona tiene todo y los demás nada). Por tanto, cuanto más alto el índice, más desigual es la distribución del dinero.

Mirando a este gráfico de cajas se pueden sacar varias conclusiones interesantes. En lado izquierdo tenemos agrupados las puntuaciones de los países que nunca han sido colonizados, en su mayoría occidentales, y en el derecho lo contrario, países del continente asiático, americano y africano. El primer dato en el que nos vamos a fijar es en la línea horizontal que cruza ambas cajas. Para simplificar el trasfondo estadísitico, vamos a asumir que la media está muy cercana a dicha línea. Por ende, lo primero que nos muestra el gráfico es que los países con legado colonial (media=45) son más desiguales, de media, que sus contrarios (media=35).

Lo siguiente en lo que nos vamos a fijar es la amplitud que existe entre las dos líneas horizantes que están debajo y encima de cada caja. Cuanto mayor sea la distancia entre ambas líneas mayor será la heterogeneidad del grupo. Si nos fijamos en los paísos con pasado colonial, la mayor longitud de la caja y los bigotes en el grupo indica una mayor variabilidad en la desigualdad, con algunos países alcanzando un Índice de Gini cercano a 70, mientras que otros presentan niveles más bajos. Esto sugiere que el impacto del colonialismo no fue uniforme en todos los países.

Por otro lado, en el grupo "No colonial" las dos líneas que nos isteresan están más cerca, por lo que se es un grupo con valores más parecidos entre sí. No obstante, se observan outliers (los puntitos encima de la línea superior) con desigualdad más alta de lo esperado, lo que podría deberse a factores internos como políticas económicas o la concentración de recursos en pocas manos.

Una posible explicación para esta variabilidad en los puntajes del Índice de Gini podría atribuirse a la nación que ejerció el dominio colonial en el país estudiado. Al observar la distribución en el Gráfico 2, se puede notar una gran variabilidad entre las distintas categorías. Los países colonizados por los neerlandeses, belgas y franceses presentan valores más similares a los de los países nunca colonizados, aunque existen casos atípicos en estos últimos. Por otro lado, se puede concluir que las excolonias españolas y británicas son las más afectadas. En lo que respecta al Reino Unido, es cierto que la variabilidad es tan grande como la muestra misma, lo que significa que hay casos en cada rango de puntaje. En el caso de América del Sur, es innegable que es la región con los puntajes del Índice de Gini más alarmantes.

Consideraciones finales


Castigo a un esclavo en Brasil, por Mauricio Rugendas (circa 1830). Fuente: Open Democracy
Castigo a un esclavo en Brasil, por Mauricio Rugendas (circa 1830). Fuente: Open Democracy

Como se ha visto en el análisis estadístico anterior, el legado colonial se ha demostrado como un factor clave para explicar la desigualdad existente en la actualidad. Sin embargo, la gran variabilidad de valores entre los distintos grupos nos hace pensar que existen otras variables igual de importantes que debemos mencionar. Una de las más importantes es la estructura de gobernanza que se instaló después del periodo colonial. Lamentablemente, y aun a día de hoy, la corrupción de las élites políticas campa a sus anchas en países cuyo poder económico ya es escaso de por sí. Esto crea un bucle en el que todo el potencial económico que puedan tener estas naciones quede absordido por el interés de unos pocos.


Estas élites, a su vez, se ven beneficiadas por las estructuras e instituciones fallidas que surgen de unos estados con una capacidad ínfima. Cuando hablamos de capacidad de estado, nos referimos a la habilidad de un gobierno para diseñar e implementar políticas efectivas, hacer cumplir leyes, administrar recursos y brindar servicios públicos de manera eficiente. Una de las consecuencias de dicha falta de capacidad estatal es la aparición de guerras y conflictos civiles que el aparato de gobierno no ha sido capaz de apaciguar. De igual manera, los países en los que no se ha podido instalar un Estado del Bienestar que proporcione servicios públicos universales como la educación están destinados a una mayor disparidad económica entre sus habitantes.


Por tanto, y volviendo a la temática central del artículo, aunque todos los factores descritos en estos dos últimos párrafos juegan un papel importante en la desigualdad global, es necesario reconocer que no todos los países han tenido el mismo punto de partida. A decir verdad, pensando en los nuevas naciones que surgieron de los procesos de descolonización de los años 1950 y 1960 tras la Segunda Guerra Mundial, no han pasado ni siquiera cien años. Una cantidad de años minúscula en comparación al tiempo que pasaron las grandes potencias europeas explotando sus recursos naturales, económicos y humanos.


Por ello, y recordando el propósito con el que se crearon las distintas organizaciones internacionales, los que fuesen los hegemones europeos le deben a sus antiguas colonias unas relaciones de reciprocidad y colaboración en la que todos podamos avanzar a un mundo menos desigual. Por el contrario, si persisten las prácticas condescendientes y las miradas por encima del hombro, Occidente corre el riesgo de que estos activos caigan en manos de los nuevos poderes del Sur Global, como la propia China.



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