Israel y Palestina: opresores y terroristas
- Abel Gómez Arévalo
- 2 feb 2023
- 5 Min. de lectura
El atentado en una sinagoga cerca de Jerusalén recuerda al mundo que el conflicto israelí-palestino está lejos de resolverse
El pasado viernes 27 de enero, se produjo un atentado en una sinagoga en las inmediaciones de la ciudad de Jerusalén que se saldó con siete fallecidos y tres heridos. Este ataque ha sido interpretado como un acto de venganza por la redada sucedida en el campo palestino de Yenín, donde las fuerzas israelíes acabaron con la vida de nueve palestinos. El autor, abatido poco después por la policía, abrió fuego a quemarropa contra los asistentes al templo. Este ha sido identificado como un joven palestino de 21 años, procedente de la parte oriental de la ciudad de Jerusalén, quien actuó de forma solitaria y sin la ayuda de ninguna organización atribuida a los combatientes palestinos.
A pesar de ello, estas organizaciones, como la islámica Hamás o la Yihad Islámica, se han enorgullecido del atacante y han celebrado el atentado como un hecho heróico. Este sentimiento también se ha visto reflejado en la población palestina de a pie, dejando imágenes que recuerdan a celebraciones futboleras. Por su parte, el pueblo israelí ha salido a la calle pidiendo medidas vengativas basadas en la violencia al gobierno, quien ha anunciado medidas inmediatas.

En primer lugar, y antes de entrar a analizar el conflicto, se debe saber quiénes son los dos protagonistas: el Estado de Israel y el Estado de Palestina. Por un lado, el Estado de Israel es un país independiente y reconocido desde el año 1948, formado después de la Segunda Guerra Mundial y compuesto por los emigrantes judíos que produjo la guerra y de habitantes de la zona. En el apartado económico, destaca como un país poderoso con un PIB (Producto Interior Bruto) similar a países como Noruega o Austria, mientras que su PIB per cápita es de 44.000 $, similar a países como Canadá o Alemania.
Además, en el apartado político, es considerado una democracia con una puntuación de 76 sobre 100 en Freedom House, organización dedicada al análisis de las libertades en los distintos países. Sin embargo, la razón del 76 viene dada por la opresión que ejerce de manera jurídica y social a los palestinos residentes en su territorio, una de las razones de la continua tensión.
En el otro lado del tablero tenemos al Estado de Palestina, que se encuentra en una situación muy diferente que su rival. Este ocupa las zonas conocidas como Cisjordania y la franja de Gaza, y para empezar, no está reconocido por Europa y Estados Unidos, quienes sí reconocen a la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) como representantes del pueblo palestino, árabe y musulmán suní. La situación política de los palestinos es complicada ya que no ha habido elecciones desde el año 2006, donde la ANP (Autoridad Nacional Palestina) se hizo con el poder. Además, otras organizaciones con altos grados de poder son los grupos terroristas como el ya mencionado Hamás.
En lo relativo a la economía, el Estado de Palestina se encuentra en una clara desventaja respecto a Israel, quien posee un PIB anual veintisiete veces mayor que el de los palestinos. Asimismo, el PIB per cápita de sus habitantes es de 2.915$, veintidós veces menor que el de los israelíes. Por tanto, se puede concluir que el Estado que parte con una ventaja clara en términos de poder frente al otro, es el Estado de Israel. Este, como se aprecia en el reconocimiento de Palestina como un país soberano, es apoyado principalmente por Estados Unidos y sus aliados, mientras que los palestinos reciben ayuda rusa y china, lo que convierte este conflicto en uno de los asuntos de mayor interés geopolítico de la actualidad.

Ahora bien, ¿por qué estos dos Estados están en guerra? ¿Qué es lo que originó este conflicto? ¿Qué consecuencias ha tenido? ¿Es posible encontrar una solución para resolverlo?
Primero, nos debemos remontar a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, momento en el que judíos provenientes de Europa emigran a la zona de Palestina a causa del creciente antisemitismo. Pero, ¿por qué Palestina y no América u otros países asiáticos? Bien, las razones se pueden resumir en la añoranza judía de volver a Jerusalén, tierra sagrada de sus escrituras, la ya presencia de comunidades judías desde hace siglos, y el interés turco de potenciar económicamente esa región. Al mismo tiempo, surge un movimiento político que recibe el nombre de sionismo. Esta corriente de pensamiento definía a los judíos como un grupo nacional con derecho a Estado y territorio propio. Y, ¿qué mejor territorio que la tierra prometida (sión)?
Desde que comenzaran las emigraciones, conocidas como Aliyahs, en 1882, hasta el año 1936, pasaron de representar el 8% de la población palestina a un asombroso 28.1%. Fue en ese entonces cuando los árabes, viendo su territorio ocupado por judíos, empezaron a atacarles, siendo la matanza de Hebrón un ejemplo de ello. Estos enfrentamientos elevaron la tensión en la zona, hasta el punto de la creación de la creación de la organización terrorista judía Irgún. Los atentados de estos, obligaron a Reino Unido, quienes eran los administradores de la región desde la caída del Imperio Otomano, a abandonar la zona en 1947. Un año más tarde, la ONU aprobaría un plan de partición de Palestina en dos Estados, en los que los árabes y judíos recibían territorios de similar extensión.

Tras esta declaración, Israel se proclamó un Estado soberano e independiente ese mismo año. Los árabes, apoyados por la Liga Árabe (Siria, Egipto, Jordania, Arabia Saudí y el Líbano), quienes presenciaban como una fuerza externa les arrebataba el territorio que habían poblado durante siglos, le declararon la guerra a Israel. No obstante, los judíos salieron victoriosos a la vez que incrementaban sus territorios un 23%. Además, los dos bandos oprimieron y expulsaron a las comunidades rivales de sus áreas de acción. En 1956 y 1967, Israel vuelve a vencer al bloque árabe y se hace con el control de los territorios palestinos, la península egipcia del Sinaí y territorio sirio.
Finalmente, en 1973, los árabes volvieron a la carga en la Guerra de Yomkipur, en la que, en plena Guerra Fría, Estados Unidos actúo en beneficio de los israelís y la Unión Soviética, a favor de los árabes. Al término de la guerra, Israel cedió parte de los territorios ocupados y, posteriormente ocupó el sur del Líbano hasta el año 2000, protegiéndose así de los milicianos.
Desde entonces, el Estado de Israel, ha empleado la opresión, la marginación y el uso de la violencia contra la población árabe de su zona, buscando así acabar con la existencia de los mismos, a la vez que ocupan progresivamente territorio palestino mediante asentamientos judñios en la zona. Por otro lado, los palestinos, ante una desventaja tan abrumadora en términos de poder militar y económico, responden en forma de milicias, guerrilleros y atentados terroristas, con el objetivo de debilitar a sus vecinos israelíes.
A modo de conclusión, cabe destacar la complejidad del conflicto, para el que, francamente, no existe una solución en la que ambos salgan satisfechos. Solo queda esperar a que el tiempo haga de las suyas, y convierta esta guerra interminable en un mero pasaje de los libros de Historia.
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