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La guerra desde el bolsillo de Rusia

La Duma sufre ante las sanciones, pero no tanto como se esperaba desde Bruselas
El Rublo bajo presión. Fuente: RTVE

El pasado 25 de febrero el Consejo de la Unión Europea lanzaba el décimo paquete de sanciones a Rusia desde que se produjo la invasión de Ucrania en febrero de 2022. Sin embargo, habiendo transcurrido ya once meses desde el inicio de aquella guerra que todos aseguraban que iba a ser corta, surge la duda sobre si realmente las pretensiones de la Unión Europea y los países del G7 estaban en lo cierto. Pero para abordar la respuesta a esta cuestión se nos hace preciso entender primero en qué consisten tan aclamadas medidas. Abordaremos a continuación sus efectos y, finalmente, la respuesta soviética.


Según el Consejo Europeo, el objetivo de las sanciones es dificultar a Rusia la financiación del conflicto y de sus necesidades militares. Dichas restricciones atañen directamente a los oligarcas y personalidades políticas, militares o económicas a las que se atribuye la autoría del ataque. Es importante hacer hincapié en que la Unión Europea no pretende con ello perjudicar a la sociedad rusa, sino al Gobierno que dirige la autocalificada “operación especial” condenada por los países del bloque occidental, por lo que quedan excluidos sectores como la alimentación, la agricultura, la sanidad o los productos farmacéuticos.


A los obstáculos para la exportación de petróleo ruso o la cotización en los mercados financieros, se suman ahora las restricciones de exportar al oso europeo productos industriales y tecnológicos fundamentales, asfalto y caucho sintético, así como la prohibición para suplir el almacenaje de gas o de participar en el tránsito de productos tecnológicos y demás bienes de exportados por la Unión Europea. Todas estas medidas forman parte del nuevo paquete de sanciones que viene a ostentar la décima posición entre los anteriormente interpuestos desde el Consejo Europeo a Rusia y Bielorrusia en respuesta a la agresión de Ucrania.


Pero, ¿ha tenido tanta sanción un resultado real? Según los cálculos hechos por Bruselas a partir en las estimaciones y previsiones del Fondo Monetario Internacional, la OCDE y el Banco Mundial, el impacto de las medidas restrictivas en la economía rusa se resume en una cuatro claves: (1) un PIB en declive, (2) un comercio contraído, (3) una creciente inflación y (4) una bolsa rusa con índices pesimistas.


El declive del PIB
Crecimiento estimado y esperado del PIB ruso. Fuente: Consejo de Europa

En 2022 el crecimiento del producto interior bruto del país liderado por el Kremlin se redujo entre un 2,2% y un 3,9%. De acuerdo con esta última estimación, según la OCDE Rusia estaría cerca de haber vuelto en 2022 al ritmo de producción de 2017. Y si ya el balance de 2022 invita al pesimismo para la economía de la Federación, solo el FMI prevé una leve mejora del panorama en 2023, con una cifra de un crecimiento del PIB anual que ni siquiera alcanza el 0,5%. A su lado, el Banco Mundial y la OCDE presagian un desplome aún mayor del ritmo económico: para el primero, la caída rondará el 3,3% con respecto a 2022, lo que supone un derrumbe del 6,8% con respecto a los niveles anteriores a la invasión; para la segunda, esta caída llega tan abajo como un crecimiento del PIB del 9,5% en comparación con 2021.


La contracción del comercio
Importaciones y exportaciones rusas de 2018 a 2023. Fuente: Consejo de Europa

Si el objetivo de las sanciones impuestas por los veintisiete era impactar las importaciones y exportaciones de la Duma, los números describen un resultado exitoso. El Fondo Monetario Internacional evalúa una pérdida en el nivel de transacciones con el exterior de alrededor de un 15,98% en tan solo un año (de 2021 a 2022) y una caída del 19,2% en las compras a terceros países. Las importaciones se estiman al mismo nivel de descenso también por parte del Banco Mundial, quien considera, no obstante, que la caída de las exportaciones se “limita” –por decirlo de alguna manera– al 12,3%.


Dicho esto, el 2023 será testigo de un aumento en las importaciones rusas, mientras que las exportaciones se prevé que no hagan sino seguir en caída libre. Tienen especial importancia las sanciones impuestas al mercado del carbón, el gas natural, los fertilizantes, el petróleo y el acero, fundamentales para el país euroasiático.


La escalada de la inflación
Evolución de la inflación rusa entre 2019 y 2023. Fuente: Consejo de Europa

También en el terreno de los precios parece que las sanciones han surtido su efecto y la tasa de inflación estimada para este año pasado fue del 14% aproximadamente, más del doble que antes de la invasión. Sin embargo, las predicciones para el 2023 apuntan a una recuperación de los niveles anteriores, por lo que cabría la posibilidad de que el gigante euroasiático estuviese recuperando las riendas del IPC.


Un mercado financiero seriamente dañado
Evolución de la Bolsa de Moscú desde las sanciones. Fuente: Consejo de Europa

Desde la entrada en vigor del primero de estos diez paquetes de sanciones, la Bolsa de Moscú sufrió grandes repercusiones, con su índice principal, el “MOEX Rusia”, por los suelos. A Rusia le sale más caro comprar al exterior tras la caída del rublo frente al dólar y la posible impresión de nueva moneda para abordar su déficit público supondría un aumento de la inflación y una mayor devalorización de su moneda.


Ahora bien, el Gobierno ruso ya ha demostrado tener varios ases bajo la manga. Si bien el efecto de las sanciones es innegable, no ha alcanzado las dimensiones previstas por Europa. Rusia ha logrado evadir prohibiciones de compra a través de repúblicas exsoviéticas, al igual que ha redirigido la venta de su petróleo a magnates como India o China, quienes se han convertido también en los intermediarios para potencias europeas como EEUU o Reino Unido, que acaban evadiendo sus propias sanciones y comprando petróleo ruso por esta vía.


Además, Putin se ha ido asegurando nuevos socios. Al reciente acuerdo con la UAE en el marco de la OPEP para el recorte del suministro y la subida de los precios se suman las relaciones con países de la Unión Económica Euroasiática (Armenia, Kazajistán y Kirguistán), China y Turquía para la venta de bienes rusos. Se prevén, asimismo, futuras transacciones soviéticas con Corea del Norte y Uzbekistán.


Por todo lo expuesto, parece que sin duda no son pocas las sorpresas que el gigante euroasiático tiene guardadas para Occidente y la pregunta está en si estas serán suficientes para salir del hundimiento que Bruselas planeaba para su economía o si, por el contrario, el castigo europeo permitirá poner punto y final a un conflicto que se está haciendo de todo menos breve.


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