MolinoLab, la UC3M se acerca al mundo rural y sus tecnologías
- Pablo Antón Granado
- 22 abr 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 abr 2023
El pasado fin de semana, varios estudiantes de la UC3M acudieron a un encuentro de reflexión sobre el arte y la tecnología en un antiguo molino rural en la provincia de Salamanca
Si por una cualidad destaca nuestra institución académica es por su apuesta por la interdisciplinaridad en la formación de sus estudiantes. Numerosos talleres a lo largo del año se realizan en los cuatro campus de la uc3m, con el objetivo de acercar temas más periféricos para ciertos estudiantes, pero que también resultan clave en su desarrollo intelectual. De esta forma, es bien conocido que los alumnos de la mayoría de grados ofertados en la universidad, disponen de 6 créditos obligatorios en materia de humanidades, que alcanzan una gran variedad de temas de distintos calibres.
En este contexto, mediante la financiación de la Fundación Daniel y Nina Carrasco, la uc3m oferta en el campus de Leganés un curso de Arte y Tecnología, que pretende impregnar a los estudiantes de Ingeniería en un ambiente multidisciplinar en el que comprendan cómo llevar a cabo un proceso creativo mediante el uso de la tecnología. Como principal cara docente, encontramos al artista y gestor cultural Alfredo Miralles, que trabaja además en el Aula de artes de la universidad.
Es así como el pasado 14, 15 y 16 de abril, se realizó una salida cultural al antiguo molino situado a las afueras de la localidad de Sancti-Spíritus, en la provincia de Salamanca. Allí, los estudiantes que han cursado dicha asignatura durante el presente cuatrimestre, disfrutaron de unas jornadas de convivencia en las que se enmarcó un completo proceso creativo.

Una vez en el molino, los estudiantes conocieron la historia del mismo y de quienes han pasado por él en el último siglo. Su dueño durante años, Valeriano Sánchez Torres, resulta ser el ya fallecido abuelo del actual líder del proyecto, Fernando (@b1tdreamer), quien tras el estallido de la pandemia decidió comenzar este "espacio de experimentación rural" conocido como MolinoLab. De esta forma, los alumnos pasaron la tarde aprendiendo acerca del entorno que rodea al molino y también adentrándose en la idea del arte tecnológico, una disciplina que tendrían que poner en práctica al día siguiente.
La jornada del sábado comenzó pronto con la pretensión de poder dejar casi finalizada la pieza al ponerse el sol. Tras una intensa lluvia de ideas, los chicos y chicas se organizaron en distintos equipos encargados de acometer tareas varias; desde la modelación del prototipo como la soldadura de biosensores necesarios en la pieza ideada, hasta la grabación de sonidos en la zona que se incorporarían a la misma posteriormente.
A medida que las horas pasaban, comenzaban a surgir las bases de la pieza final, y el proceso creativo avanzaba de forma aparentemente exitosa. El boceto inicial pasaba a materializarse en la parcela del molino, utilizándose materiales en su mayoría reciclados. Se hizo así hincapié en la conciencia ecológica en el mundo del arte, dando un nuevo uso a antiguos deshechos.

Pero, ¿qué relación aparente puede tener una planta en un baúl con el arte y la tecnología? Es sin duda una pregunta lícita y que no se entiende a primera vista. La idea a la que se llegó en consenso fue la de utilizar la actividad vital de la planta para poder generar un alma en el molino; una reproducción de lo que allí se podía escuchar mientras estuvo activo.
Y, ¿cómo es posible que una planta genere sonidos? Lo cierto, es que la magia reside en los sensores biodata con los que se contaba desde un inicio (que fueron minuciosamente soldados por uno de los equipos). Estos son capaces de captar la actividad eléctrica de la planta y transmitir estas ondas a notas MIDI. Cada onda, con su frecuencia correspondiente se asigna automáticamente a la frecuencia de una nota musical, como si de un teclado electrónico se tratase. Después, mediante un programa musical llamado Ableton, los estudiantes asignaron cada nota de ese teclado a un sonido previamente grabado en el molino ese mismo día.
El resultado: la planta generaba de forma consciente una ristra de sonidos en el tiempo mediante su actividad vital que se asemejaban a lo que podría haberse escuchado en el molino hace décadas, con las herramientas que aún allí se conservan y la maquinaria presente.

La obra fue bautizada como 'Valeriana', en honor al antiguo dueño del molino y abuelo del fundador de MolinoLab, Fernando Fernández, quien también participó de forma activa en la pieza. Además de él y los alumnos de la universidad, pusieron también su granito de arena Alfredo Miralles, profesor de la asignatura, y dos colaboradores expertos en arte interactivo y en música, Joaku de Sotavento y Pedro Fraguela, respectivamente.
Mediante estas jornadas de colaboración y convivencia, los alumnos de la optativa ofertada en la uc3m pudieron llevar a cabo un profundo intercambio de ideas, y entender la ingeniería como un proceso multidisciplinar donde el arte también tiene su protagonismo. Gracias a muchas manos trabajando juntas, este antiguo molino tiene hoy un hilo más de alma sobre el que sostenerse.
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