Rompiendo estigmas: ¿Por qué el cine español NO es malo?
- Aroa Oriza Rubio
- 22 feb 2024
- 4 Min. de lectura

La nueva película de Santiago Segura, el recién llegado thriller de Luis Tosar, la comedia made in Spain que triunfa en taquilla... Estas sean seguramente las tres descripciones que más se acercan al momento actual que vive el cine español.
Muchos espectadores se acercan a las salas preguntándose si esa comedia recién estrenada o ese thriller que tanto se anuncia en televisión no la han visto antes con otro aspecto, con otros ingredientes, pero con los mismos rostros y la misma fórmula. Al salir del cine es inevitable sentir cansancio o incluso pereza. Te preguntas si has perdido el tiempo y es entonces cuando recurres a Twitter, recientemente renombrado como X y publicas un tweet diciendo: El cine español es una mierda. Tus seguidores que sienten lo mismo que tú lo retweetean y la bola se hace más grande hasta que todo el mundo repite lo mismo como un loro.
Es fácil empatizar con el espectador medio. Resulta triste que el cine comercial español se haya convertido en algo repetitivo y homogéneo, pero más trágico es saber que muchos se están perdiendo joyas cinematográficas que merecen la pena, pero que pasan desapercibidas porque no se le dan publicidad.
El cine español ha demostrado, y con creces, que sabe hacer productos de calidad. Un gran ejemplo de ello es la última película de Juan Antonio Bayona, La Sociedad de la Nieve (2023) que ha conseguido dos merecidas nominaciones a los Oscars y 12 Goyas siendo la tercera película con más galardones en la historia de los premios. La nueva película del director de Lo Imposible (2012) es un relato emotivo bien contado que le ha encogido el corazón al público hispanohablante y ha conseguido sobrepasar las fronteras llegando a ser alabada por medios y público internacional.
Sin embargo, a pesar de tener dignas producciones de alto coste, es el cine de autor español el que más parece tener un amplio recorrido en los festivales y una gran recepción por parte de crítica y espectadores. En los últimos años películas como Alcarrás (2022), 20.000 especies de abejas (2023), Cerrar los Ojos (2023) han sido un éxito en el extranjero. Las dos primeras consiguieron importantes galardones en la Berlinale mientras que la cinta e Victor Erice se ha colado en el segundo puesto de la lista de mejores películas de 2023 de la revista francesa Cahiers du Cinéma, en la que escribieron grandes de la Nouvelle Vague como Jacques Rivette, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y François Truffaut.

Y además de dignas películas, también tenemos genios detrás de las cámaras ya sean en forma de directores, guionistas o ambas formas. Varios ejemplos incluyen a Carla Simón, Carlos Vermut, Pilar Palomero, Alberto Rodriguez, Isabel Coixet, Paula Ortiz, Rodrigo Sorogoyen, Fernando León de Aranoa y ya los consagrados internacionalmente Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar y Juan Antonio Bayona.
El problema de estas películas es su accesibilidad. Todas las películas mencionadas con anterioridad, a excepción de La Sociedad de la Nieve son películas de producción muy pequeña. Su exhibición es prácticamente mínima, no gozan de publicidad como he mencionado anteriormente, y ninguna plataforma a excepción de unas pocas como Filmin o Mubi llegan a apostar por ellas. No tienen visibilidad.
Además, el cine de autor e independiente juega con algunos estigmas en su contra, sobre todo relacionados con el acercamiento a la audiencia. Se presupone, equivocadamente, que estos filmes son demasiado intelectuales para los espectadores, pero la realidad es que ni siquiera ha habido intentos de que la población se familiarice con estas historias. Y no es un problema cultural, sino económico. Ninguna distribuidora a gran escala quiere llevar el cine independiente español a las salas por caridad. Si no hay beneficios o ganancias aseguradas no hay película.

Y son esos precisos riesgos mínimos lo que también lleva al cine comercial marca España a acomodarse y a ser cerrado de mente. Solo se llevan a cines propuestas e historias que tienen aseguradas la aceptación del público, aunque no haya un mínimo de calidad. Si las comedias absurdas con niños gritando y haciendo trastadas funcionan en taquilla, ¿por qué vamos a cambiar esa fórmula por una más arriesgada que no nos asegure éxito? Como dijo un profesor en Tesis (1996), para alcanzar a las producciones americanas hay que darle al público lo que quiere y si lo que quiere son comedias, comedias tendrá.
Pero el cine español no es una industria que se sustente por si sola. El recorrido de los grandes blockbusters de Hollywood es largo y eso es lo que le hace inalcanzable. Ni las subvenciones de la ICAA ni los préstamos ayudan a alcanzar la magnitud de tales superproducciones. El cine mainstream español lo sostienen las grandes cadenas de televisión, que son las que manejan el dinero y el monopolio de la cartelera de títulos nacionales. Las televisiones, son peor que cualquier productora pues son las que más buscan obtener rédito de sus inversiones en cine, inversiones obligadas por ley.
Además, hay que tener en cuenta que las películas que funcionan en taquilla suelen hacerse en grandes cantidades y en un periodo corto de tiempo. El tiempo de trabajo es mínimo y por lo tanto, se suele prestar menos atención a los detalles. La falta de esfuerzo y dedicación es también plausible en muchos niveles. No importa hacer una buena película en tanto que conseguir la atención y las entradas del público, sobre todo de ese público que a penas va al cine.
Es por ello por lo que las películas españolas se han quedado estáticas. No hay movimiento en busca de nuevas ideas ni mucho menos hay un atisbo de cambio.
Dada la complejidad que resulta cambiar el sistema, solo nos queda recomendar a los más curiosos que indaguen más en la cartelera, en las grandes bases de datos y en las plataformas en busca de historias diferentes, más variadas y algunas, muy buenas.
Comments