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The luck of the draw

Esta semana en Atenea se ha manifestado el destino, hemos escrito basándonos en las cartas del arcana mayor y sus significados


Ilustración del Necio, primera carta del arcana mayor. Fuente: Wikipedia


Las cartas del arcana mayor, de la baraja del tarot, representan un viaje. Un viaje que empieza con el Necio y acaba con el Mundo, en 22 cartas. Cada una de estas tiene muchos significados, en consonancia con la etapa del viaje que se plasma en ella y su reverso. Nos hemos basado en estos significados para escribir relatos varios.


Hylian sacó la décimo séptima carta, la Estrella. Esta, del reverso, significa la renovación, la nueva esperanza y la reconstrucción después de la devastación sufrida durante la Torre, la anterior carta.


Ilustración de la Estrella, décimo séptima carta del arcana mayor. Fuente: Wikipedia

"Era un páramo vacío, desnudo de toda vida que una vez lo decoró. Las torres que aún se alzaban eran meros vestigios de lo que una vez fueron. La poca maleza que aún quedaba estaba seca, desolada, quemada. Aquel paisaje era el reflejo de una batalla antigua que todavía se libraba.

Allí solo quedaba un guerrero malherido. Apenas se sostenía en pie, apoyando todo su peso en una pierna que no aguantaría mucho más. Todo su cuerpo estaba cubierto de polvo. El rojo que le caracterizaba estaba enterrado bajo muchas copas de sudor y sangre. ¿Por qué debía seguir luchando? La guerra no era suya, y ni siquiera conocía las consecuencias de sus acciones. ¿Había conseguido algo? ¿Su coraje servía en aquella titánica batalla? ¿Podía dar algo más?

Poco a poco, la llama dentro de elle fue cediendo. Su cuerpo deseaba rendirse a la tierra. Sus piernas ansiaban un merecido descanso. Sus hombros no podían soportar mucho más aquel globo. Por lo que cedió. Cayó. Su cuerpo entero estaba tendido en la tierra. Allí pudo mirar al firmamento, despejado tras tantas batallas. Las estrellas bailaban una complicada danza que poco a poco se revelaba ante él. Parecía que ellas también luchaban, aunque hacían de su batalla algo bello, algo digno de ver.


El guardián pasó muchos años mirando las estrellas. Fue aprendiendo poco a poco sus nombres y sus movimientos. Vió a muchas morir. Pero su luz. Su luz iluminaba campos enteros en su último esfuerzo. ¿Era un último acto de valentía o una nueva etapa?

Poco a poco, el fuego volvía a los ojos del guerrero. No sabía si se lo habían contagiado o elle misme lo había reavivado. Sabía que no importaba. Por eso usó esa llama para alzar su cuerpo, envuelto en una llamarada. Dió sus primeros pasos. A diferencia de su vida anterior, pudo sentir como ese calor le era propio. Ya no le debía su fuego a nadie. Ya no tenía que luchar por ellos.


El guardián de las llamas había renacido, y una nueva historia comenzaba."


Por otra parte, Ricardo sacó la novena carta, el Hermitaño. Esta carta, del reverso, significa un aislamiento introspectivo que revela los mayores horrores del alma humana, una soledad absoluta y agonizante.


Ilustración del Hermitaño, novena carta del arcana mayor. Fuente: Wikipedia

"Desde que era pequeño, cuando las personas se me hacían bola, siempre he querido huir. Hacia ningún lugar a donde me lleven mi cabeza, mis manos o mis pies, salir corriendo y que, tras desenfrenada carrera, lo único que pueda escuchar sean mis propios jadeos, de los que sé que yo, aquí solo me puedo recuperar mejor que con nadie.


Voy hasta lo más alto de la más alta montaña, a refugiarme en lo idílico del paisaje, pero sobre todo en mí. Llego a la pequeña choza que conozco bien, en la falda norte de la misma montaña, y me siento a descansar, a hundirse el sol, relamiéndome ante la perspectiva de la más y nueva soledad que se acerca en las próximas horas. Ya no estaremos los pájaros, hormigas, piedras, nubes o árboles. En unas horas solo seremos la noche y yo, nada más que yo.


Me gusta disfrutar de las noches despierto. Pero tras un rato la verdad que preferiría estar dormido, ignorando la situación. Mi pesadilla se ha cumplido, porque hoy no estoy solo. Había escuchado de él, aunque nadie me dijo nunca su nombre. Le escuché en el crujir de las maderas y el golpear de las hojas. Anticipando la lluvia, incluso ululeando entre las grietas de esta misma cabaña. Es un monstruo atroz, aterrador probablemente, aunque no le puedo ver. Pero su sonido es suficientemente terrorífico. Le llame el ululeador. Agita los árboles por fuera, agita las ramas de alrededor y agita mi cabeza y los pensamientos que hay en ella. Si las personas se me hacían bola, el Ululeador consigue que hasta lo más profundo de mi alma este habitado por un miedo horrible hacia su abstracta figura. Sé que si me quedo dormido vendrá a por mí. Me esperaré a la mañana. Huiré de aquí. Hacia las personas, aunque a veces se me hagan bola.


El sol vuelve a alcanzar el cénit de su recorrido. El Ululeador sabe lo que hace. Estas noches de atras bloqueó todas las salidas. Sopló hasta que cayó algo que entorpece mi paso. Podría ir a quitarlo, pero sé que él está ahí. Esperando. Acechante a que pare a beber agua, o a descansar, o mismamente a quitar este obstáculo para atraparme. No puedo salir.


Al bajar el sol se que la pesadilla de las últimas noches se acerca. No he salido en ningún momento de este refugio. El vuelve a usar su poder, trae nubes de tormenta que seguro romperán en las tejas de mi débil enclave contra la oscuridad.


No sé que va a pasar. Pero estoy listo. A acabar esto o a que esto acabe por mí. Pase lo que pase ganaré, porque no le volveré a ver. Sea aquí o en el otro lado. Volveré a estar solo, yo solo, en una soledad más placentera de la que haya experimentado nunca. Sin personas que se me hagan bola. Incluso podría alcanzarla yo solo, sin que él me lleve. Podría trascender al otro lado yo solo, sólo yo".


Hasta aquí llega nuestro pequeño rincón literario de la semana. Nos leemos después de semana santa, con otra maravillosa dinámica!





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