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Trump entra en la historia penal de EEUU

El expresidente del país se convierte en el primer mandatario o exmandatario imputado formalmente por cargos penales

El sistema legal de EEUU, a diferencia del funcionamiento del español, tiene una gran dependencia de la doctrina de los tribunales. De esta forma, las diferentes sentencias a lo largo de la historia judicial del país pueden ser utilizadas en un juicio como sustento para la argumentación de un fiscal o un abogado defensor, y los juicios en muchas ocasiones se convierten en una guerra de citación de diferentes resoluciones. La historia ocupa, por tanto, un papel central en el desarrollo del sistema judicial actual, de manera que la sentencia del juicio al que se enfrentará Donald Trump promete sentar jurisprudencia, pero también un capítulo propio en la historia del país: la primera vez que un presidente (o expresidente) es imputado por cargos penales.


Donald Trump habla a sus seguidores tras declarar. Fuente: EFE

Ni el asalto al Capitolio, ni la 'trama rusa', ni documentación sensible que tendría oculta en alguno de sus domicilios. Lo que ha provocado que Donald Trump se siente en un banquillo ha sido un supuesto soborno que realizó a una famosa actriz porno (Stormy Daniels) en el contexto de su carrera presidencial de 2016 con el objetivo de que la noticia de una supuesta relación extramatrimonial con ella no empañase su camino a la Casa Blanca, que ya se antojaba complicado ante la favoritísima candidata demócrata Hillary Clinton. El resultado es por todos sabido: Donald Trump acabó ganando esas elecciones y siendo investido como presidente del país.


Desde la proclamación de su victoria en 2016 hasta su posterior derrota contra Biden en 2020, toda la presidencia de Trump estuvo siempre bajo la sombra de la acción judicial y la amenaza constante de un impeachment (similar al mecanismo de moción de censura que tenemos en España) que nunca llegó a buen puerto, pero no por falta de intentos (el mandatario se enfrentó a dos, aunque en ninguno la iniciativa sumó los apoyos necesarios). Primero, las dudas sobre una posible injerencia del gobierno de Putin en los comicios de 2016 que le hubiesen podido beneficiar y más tarde su posible relación con los asaltadores del Capitolio en 2020, amenazaron su ya controvertida presidencia desde sus inicios.


Ahora, Donald Trump se enfrenta a una nueva acusación. Esta vez de 34 delitos relativos a una supuesta falsificación de documentos para ocultar, entre otros, su supuesta relación con la actriz. Según defiende el fiscal del caso, Alvin Bragg, Trump y otros colaboradores habrían empleado una trama para ocultar información dañina para su campaña. Para ello, el expresidente se habría valido de entradas falsas en registros mercantiles para ocultar supuestas actividades delictivas y así no minar sus perspectivas electorales.


Reunión de seguidores de Trump. Fuente: La Gaceta

La importancia de este hecho en el panorama político estadounidense tiene además una doble vertiente. Por un lado, sucede en un país altamente polarizado desde las últimas elecciones, en el que apoyar o no a Trump se ha convertido en una rivalidad similar a la que los estadounidenses tienen cuando se enfrentan dos equipos en la SuperBowl. Mientras el mandatario se dirigía a los juzgados a declarar por esta investigación, miles de seguidores ocupaban las carreteras por las que Trump iba a pasar con multitud de cárteles, todos con un mensaje claro: MAGE (Make America Great Again). No se puede olvidar que, si bien Trump perdió las pasadas elecciones generales, los últimos sondeos apuntan a que sería el candidato favorito de la ciudadanía estadounidense en los próximos comicios, superando incluso la popularidad de Joe Biden y de compañeros de partido que podrían enfrentarse a él en las primarias del Partido Republicano como Ron DeSantis.


Pero además, se debe tener en cuenta también la retórica anti establishment que Donald Trump ha tomado por bandera desde 2020, cuando acusó al Partido Demócrata de amañar los resultados para que Biden fuese presidente del país. Este mensaje lo ha mantenido, por ejemplo, ante las diferentes acusaciones judiciales que han caído sobre él, y que tacha de “ataques de la izquierda radical” que sólo buscan que se baje de la carrera por ser el presidenciable republicano en 2024.


No se pueden medir a día de hoy las consecuencias de esta nueva acusación contra Trump, aunque el hecho de que vaya a enfrentarse a una inculpación de tal gravedad a lo largo de este año promete impactar de lleno en la política estadounidense. No puede saberse cómo afectaría una posible culpabilidad a una candidatura que, a día de hoy, es la más popular entre los estadounidenses, ni tampoco cuál sería la reacción de un pueblo que ya ha mostrado ser capaz de asaltar instituciones si creen que se están cometiendo irregularidades que atacan a su supuesto legítimo presidente.






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