top of page

Una Europa que deje de ser tibia

Actualizado: 3 feb

Los retos globales a los que se enfrenta el mundo occidental en los últimos tiempos requieren que Europa abandone la timidez y sea capaz de erigirse como punto de referencia


Cuando el pasado 4 de noviembre Donald Trump se alzó como vencedor de las elecciones presidenciales en EEUU, el nerviosismo se vivió más allá de las puertas de sedes del Partido Demócrata. La desesperación y el miedo alcanzaron a lugares y personas fuera de la expansión territorial del llamado "país más poderoso del mundo".


Los líderes europeos no escaparon al fenómeno que supone el magnate estadounidense en su país, y que ya ha tenido sus manifestaciones en otros rincones del mundo -incluyendo la propia Europa. Timidamente felicitaban al expresidente por su victoria al tiempo que reconocían la necesidad de una reflexión y de las consecuencias y justificaciones que conllevan esta sonora victoria. Porque fue tan clara que hubo que esperar una semana para conocer al ganador y porque fue casi tan esperada que poco margen había para el error, los presidentes del viejo continente llamaron a una reflexión conjunta. Ya no sólo de los motivos por los que un político como Trump volvió a la Casa Blanca, ni siquiera de la explicación que hay detrás de que cada vez más población apoye candidaturas populistas ultraconservadoras, sino de cómo en cuestión de pocos años hemos pasado de celebrar el abandono del poder de Donald Trump o Bolsonaro, a que las democracias vuelvan a estar en peligro.


Montaje de Donald Trump y diversos líderes europeos. Fuente: Euronews
Montaje de Donald Trump y diversos líderes europeos. Fuente: Euronews

Los más pesimistas quizás dirán que nunca dejaron de estarlo, que estos años de derrotas del ultranacionalismo conservador no ha servido sino para reorganizarse, reubicarse y renacer de la mano de figuras como Javier Milei en Argentina, André Ventura en Portugal o la AfD de Alice Weidel en Alemania. "El peligro contra las democracias nunca se fue, simplemente cambió de forma" llegarán a decir. Quizás tengan razón, o quizás el renacimiento está más ligado a una incapacidad de seducción de aquellos que representan los defensores de los "raíles" de la democracia que a un tiempo de rearme real buscado de manera consciente por este espectro político. ¿No se puede acaso explicar el espectacular crecimiento de AfD en Alemania por una incapacidad del SPD para dar soluciones a los problemas de la ciudadanía?


El mundo o la historia -cada uno puede optar por el término que prefiera- dio a aquellos que aspiran a defender nuestros actuales sistemas democráticos la oportunidad de volver a enganchar a la población -de ahí victorias como la de Lula, Joe Biden u Olaf Scholz-, pero ha habido -cada uno con sus peculiaridades- un fracaso generalizado. La consecuencia o el síntoma es la vuelta a la "casilla de salida": la vuelta de Donald Trump a la presidencia de EEUU.


Las condiciones, sin embargo, también han cambiado. El Donald Trump que ha regresado al poder en 2024 es más extremista que el que dejó la Casa Blanca en 2020. A lo largo de los últimos cuatro años, Trump ha alimentado una narrativa de venganza, asegurando que fue víctima de un fraude electoral en 2020 y rodeándose de aliados aún más radicales. Su nuevo gobierno refleja este giro, con una agenda más dura en inmigración, un desinterés abierto por las alianzas internacionales y una voluntad explícita de reprimir la disidencia interna. A la decisión de otorgar indultos a numerosos participantes en el asalto al Capitolio se añade su relación con figuras de la extrema derecha y del mundo empresarial como Elon Musk, además de sus afanes expansionistas objeto de territorios como Groenlandia o Canadá.


Úrsula Von Der Leyen junto a Donald Trump. Fuente: RFI
Úrsula Von Der Leyen junto a Donald Trump. Fuente: RFI

Ante esto, hace unos días se lapidaba socialmente a Gónzalez Pons, eurodiputado del PP y vicesecretario de Institucional del partido, por decir que "mientras los presidentes europeos, Sánchez incluido, se apresuraban a darle la bienvenida en Twitter, Marian Budde, una obispa de comunión anglicana (...) le decía la verdad a la cara ante todo Washington en el oficio religioso de la coronación. (...) Tantos grandes pesos y contrapesos de la democracia americana y el único que funciona es la voz de una religiosa." No puede describir de mejor forma lo que unos consideran tibieza en la respuesta europea a las amenazas de Trump. El presidente estadounidense ha amenazado con aranceles a los productos europeos e incluso ha dirigido polémicas declaraciones a países miembros concretos como España, pero la respuesta apenas ha salido de chascarrillos emitidos en público y privado, en persona y en redes sociales.


Se echa en falta una contundencia. Un liderazgo europeo que, al tiempo que domine la calma y sensatez que deben dominar las relaciones internacionales, sea capaz de hacerse respetar. Se echa en falta una Europa que abandone la tibiez sin renunciar a la cordura.



Comments


Commenting on this post isn't available anymore. Contact the site owner for more info.
bottom of page